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‘Gaza’, un retrato de la cárcel a cielo abiertomás grande del mundo

La 16º edición del festival SREC proyecta la jornada inaugural del día 7 de

noviembre, el documental de Carles Bover y Julio Pérez que obtuvo el Goya en

2019


Hace apenas un mes, la UNRWA, la agencia de la ONU para los refugiados palestinos, hizo un

llamamiento urgente a la comunidad internacional para financiar con 80 millones de euros

medidas de control de la propagación de la covid-19 y destinadas a paliar la miseria de la

población en la denominada Franja de Gaza, uno de los lugares más densamente poblados del

mundo. En ese pequeño enclave costero, su población padece un bloqueo sistemático que

Israel ejerce desde hace 13 años. Los dos millones de personas que viven encerradas en Gaza,

la cárcel a cielo abierto más grande del mundo, están bloqueadas militarmente por tierra, mar

y aire.

Gaza carece de agua potable, el 97% de sus acuíferos están contaminados y cuenta con una

infraestructura de saneamiento inoperativa. A ello hay que sumar la falta de combustible para

la central eléctrica de Gaza que únicamente permite suministrar a la población un máximo de

11 horas diarias de electricidad. Este pequeño enclave, presenta además uno de los

porcentajes de desempleo más altos del mundo y más de la mitad de su población sobrevive

gracias a los alimentos que distribuye UNRWA. Gaza presenta además una de las mayores

densidades de población del mundo. La media es de 5.500 personas por kilómetro cuadrado,

sin embargo, en los campos de refugiados como el de Jabalia viven más de 140.000 refugiados

de Palestina en un área de 1,4 Km2, lo que equivale a unas 82.000 personas por Km2.

‘Gaza’, el cortometraje de los realizadores españoles Julio Pérez y Carles Bover que inaugura la

16º edición del festival SREC el día 7 de noviembre y que será proyectado en la sesión

inaugural a las 20:30 horas, obtuvo el Goya al Mejor Documental en 2019. Muestra la crudeza

de los días cotidianos de esa población que, en el año 2014 de la última ofensiva militar israelí

a gran escala, dejó más de 2.000 muertos y más de 11.000 heridos.

“No sólo queríamos hablar de la agresión, sino mostrar crudamente cómo sufre la población

civil en su día a día”, explica el director Julio Pérez. “Los gazetíes luchan cada día dentro del

poco territorio que les dejan haciéndose fuerte dentro de sus posibilidades. Solo queríamos

plasmar las consecuencias de una intervención de uno de los ejércitos más importantes del

mundo contra una población desarmada. Debajo de las bombas, el pueblo hace la compra que

puede, va al cine, trabaja, se encuentra con sus amigos, cuida de su familia, llevan a los niños al

colegio. La vida, en peligro cada día, sigue día a día. Por eso este documental está dedicado a

Hashem, quien tanto nos ayudó, asesinado por Israel meses después del rodaje”, lamenta

Pérez.


El documental es un viaje a Gaza, en el que, a través de diversos personajes, conocemos la

vulneración de derechos humanos que sufren diariamente y la situación de bloqueo y

posguerra por la que trata de sobrevivir la población palestina en la Franja de Gaza. Un viaje a

través de sus ciudades, sus gentes y también, de alguna manera, de su historia bajo la

ocupación de Israel. 

Como señala Carles Bover, este trabajo que ha sufrido innumerables intentos de censura,

"supone una oportunidad única de visibilizar la realidad que sufre la población palestina en la

Franja de Gaza y así romper el silencio mediático a través de la cultura. Así, el documental se

convierte en una herramienta de transformación social que, con el añadido del premio Goya,

ha logrado convertir la cultura y el cine en las dos potentes armas contra la barbarie", subraya

Bover.

Ambos directores señalan que el documental ha sido autofinanciado con la colaboración

altruista de mucha gente. "No hemos recibido financiación de ninguna entidad pública ni

privada, lo que ha dificultado su proceso de producción”, explican. ‘Gaza’ hubiera sido

absolutamente imposible sin toda esa gente de manera altruista, a través de su militancia y a

través de su implicación personal, poniendo sus capacidades y su creatividad al servicio de este

proyecto”, añaden.

En el momento del rodaje estaba cerrada la frontera de la Franja de Gaza, por lo que tuvieron

que bordear el Monte Sinaí en condiciones complicadas con un convoy militar. Para entrar en

Gaza -explica Bover-, tuvimos que acceder con un permiso conseguido por Pérez, que en

realidad es profesor de Biología, con la excusa de realizar un estudio sobre la agricultura de la

Franja”, recuerda.

“Cuando uno está allí grabando, viendo lo que sucede y la impunidad que ejerce Israel y te das

cuenta de que cinco años después del rodaje del documental, por desgracia, esta situación

sigue bien vigente sientes impotencia. Más allá de eso me quedo con el espíritu de resiliencia

que tiene el pueblo palestino, su capacidad de lucha y de seguir para delante”, sostiene Bover.

Julio Pérez confiesa que lo pasó mal en la fase de postproducción del documental, volviendo a

ver y a revivir lo que pasaron allí. “a creación depende del mercado, existe una

mercantilización de la creación artística, los que tratamos de crear algo que se salga de la

corriente de moda nos encontramos con muchas dificultades. La uniformización de un

pensamiento único basado en el mercado que hace la cultura cada vez más naif, que trata

temas superficiales, despolitizándolos, y eso tampoco se impide desde el sistema educativo,

con una política cultural que difunda los valores críticos que permitirían valorar las creaciones

artísticas bajo otro prisma, distinto del mercado. No se trata de un rollo intelectual, sino de

otro tipo de cultura, en el amplio sentido de la palabra”, indica Pérez.

En definitiva, ‘Gaza’ no es un trabajo de ficción efectista, no tiene una moraleja esperanzadora,

sino que cumple con la sencilla y meritoria tarea de mostrar sin edulcorantes la realidad de

una población que vive en uno -de tantos- de los infiernos terrenales de este mundo.


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